No cabe duda de que el tiempo vivido actualmente es de todo propicio para la escucha de música, que antes de la pandemia, muy rara vez aparecía en los programas de conciertos sinfónicos. Tal ejemplo ha sido propuesto para el siguiente encuentro de los aficionados de la música clásica en el Gran Teatro de Elche, donde tuvo lugar la presentación de una famosa obra en una versión sumamente interesante e interpretada por los músicos de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Elche bajo la dirección del maestro Mihnea Ignat. El arreglo de la famosa Sinfonía no 7 la -mayor op 92 de L. van Beethoven fue hecho para “La Harmonie” - una formación musical de vientos, que logró una gran popularidad a finales del siglo XVIII y principios del XIX-. Al director del conjunto vienes W. Sedlak se deben numerosos arreglos de obras orquestales, entre las cuales destaca la Sinfonía No 7 de L. van Beethoven, aunque algunos investigadores creen que el mismo Beethoven fue el autor de este arreglo. En cualquier caso, la oportunidad de oír la versión de la gran obra beethoveniana, denominada por R. Wagner cómo “la apoteosis de la danza”, arreglada para diez instrumentistas, supone un enorme atractivo para el público, así cómo un gran reto para los intérpretes. 

El maestro Ignat dio vida a un Beethoven flexible y sobre todo muy sincero con los secretos de la partitura. Llevando a los músicos más allá de sus límites, extrajo de ellos tanta concentración, que la ejecución fue animada con una extrema energía y pasión. El característico ritmo “Ámsterdam” del primer movimiento fue presentado con frescura y precisión rítmica. Preciosos pianos contrastaron con los relativos fortes, sin perder la selectividad de la sonoridad, lo que se debe a la elección por el maestro Ignat, tempos muy razonables, en ningún momento exageradamente rápidos. Realmente destacable fue la ejecución de los ocho instrumentistas de viento y dos contrabajos, los que con la intensidad incuestionable desplegaron toda la envergadura sonora y emotiva de la sinfonía. El público quedó fascinado, al mismo tiempo siendo convencido de que hay muy poca probabilidad de un nuevo contacto en el futuro con esta versión de la Sinfonía.

En la segunda mitad del concierto la OSCE bajo la dirección del maestro Ignat ofreció la interpretación de la Serenata No 2 en La-menor de Johannes Brahms, la que llama la atención por su orquestación, sin violines, trompetas ni timbales. Durante todas las partes de la obra, la orquesta aportó unos colores fascinantes. Mientras las cuerdas aportaron un color oscuro y profundo, las maderas lograron mezclarse, imitando su propuesta sonora. Todos los movimientos de la Serenata estuvieron caracterizados por una energía vibrante y romántica de una notable emoción y gracia. La batuta del maestro Ignat fue muy clara en las indicaciones de tempo, dinámicas y métricas tal cómo lo demandaba la música. La ejecución muy acertada del director logró que la orquesta se convirtiera en un solo instrumento con un color auténtico lleno de destellos y matices. 

Merece reconocer que la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Elche, a pesar de los tiempos de la pandemia, mantiene su nivel y sabe contagiar de buena energía y pasión a los ilicitanos que la siguen, la apoyan y le regalan su cariño desde hace más de tres décadas.