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La Guardia Civil se congela en el cuartel

Los agentes de los puestos de Villena, Sax, Monóvar y Castalla se llevan las estufas de sus casas para combatir el frío ante la falta de calefacción

Una de las estufas que los agentes se han llevado al cuartel para combatir el frío de estos días. | INFORMACIÓN

Las temperaturas siberianas que se están registrando en la provincia durante las dos últimas semanas han vuelto a poner en evidencia la falta de medios de la Guardia Civil. Un año después de sufrir el intenso frío de la borrasca Filomena y de denunciar la carencia de aparatos de calor en muchos de los cuarteles de la Benemérita, la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) advierte de que la situación sigue igual. Si los agentes quieren trabajar en un ambiente cálido, sin guantes, abrigos o bufandas son ellos mismos los que deben poner una solución al problema llevando al cuartel los calefactores de sus propios hogares.

Así están por ejemplo en el Puesto Principal de Villena, donde se alcanzaron los -11,5 grados y los guardias tienen que cambiarse tiritando en un vestuario sin calefacción o trabajar en unas dependencias nuevas, en las que ni siquiera se ha instalado una bomba de calor y frío. Otro tanto pasa en el cuartel de Sax, donde el mercurio ha bajado hasta los -5,3 grados, y las inclemencias las sufren tanto los guardias como los ciudadanos porque no hay calefacción en el cuarto de puertas. De hecho, varias personas han expresado este martes sus quejas porque no podían «aguantar por más tiempo estar metidos en el frigorífico», comentaron con guasa para referirse a la sala de espera.

Pues bien, para combatir las gélidas temperaturas los agentes se han tenido que llevar los calefactores de sus casas. En el cuartel de Villena para combatir el frío en el vestuario y en las dependencias oficiales destinadas a cabos y suboficiales. En el cuartel de Sax para evitar que los guardias y los ciudadanos que tienen que acudir a las oficinas de atención entren en «hipotermia por congelación». Pero en este último cuartel llueve sobre mojado porque en verano los guardias civiles ya sufrieron las asfixiantes inclemencias de un mercurio por encima de los 40 grados sin un mísero aparato de aire acondicionado. Han pasado, por tanto, de calor al frío extremo en cinco meses.

Pero estos dos puestos no son una excepción. También se calientan los guardias y los ciudadanos con calefactores particulares en el cuarto de puertas del cuartel de Castalla. En las últimas noches en el de Monóvar los agentes se han visto obligados a cambiarse en unos vestuarios que apenas alcanzaban los dos grados. Un problema que sufren igualmente cuando patrullan con los vehículos oficiales ya que, además de ser escasos, viejos y pasados de kilómetros, uno de ellos tampoco tiene calefacción.

El colectivo de guardias y los responsables de la AEGC no entiende que no se haya solucionado un problema del que se tiene constancia desde hace años. Es más, en alguno de estos puestos la Benemérita tiene a buen recaudo, con sus embalajes sin quitar, las bombas de calor y frío necesarias para acabar con las inclemencias. Pero como no se pagan los servicios requeridos, el instalador se niega a hacer un nuevo trabajo hasta que se le abone.

«La primera impresión que se lleva una persona que acude a uno de estos puestos es de dejadez y desidia hacia los hombres y mujeres que prestan un servicio público. Pero también de falta de interés hacia los propios ciudadanos, a los que se transmite la sensación de ser de tercera», denuncian los responsables provinciales de la AEGC urgiendo a la Guardia Civil a poner una pronta solución «por la salud laboral de los guardias y el bienestar de los usuarios». Insisten en señalar que los equipos han sido adquiridos por lo que únicamente reclaman un pequeño esfuerzo para que sean debidamente instalados.

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