El hojaldre tiene una larga historia a sus espaldas. Se dice que su primera elaboración fue en un despiste: al cocinero se le había olvidado agregar la Mantequilla a la pasta de harina, y lo hizo al final, doblándola repetidas veces antes de hornear. Y salió lo que salió: una maravilla.

El hojaldre es una masa que se caracteriza por estar constituida por capas, las cuales se forman por las múltiples vueltas y estiramientos que se le da a la masa. La grasa que se coloca entre las capas permite que en el momento del horneado el calor la derrita y desprenda vapor, que elevará las capas unas sobre otras, expandiendo a lo alto la masa de hojaldre, haciéndolo liviano y crujiente.

Masa de hojaldre

Para elaborar la masa de hojaldre, necesitaremos 1kg de harina, 500cc de agua, 60g de manteca, 2 cucharaditas de sal y 800g de margarina o manteca.

En primer lugar, preparamos el empaste colocando la harina sobre la mesa y haciendo un hueco al medio vamos colocando dentro la sal, el agua y los 60g de manteca en trozos. Mezclamos poco a poco con una cuchara y luego amasamos a mano sobre una superficie lisa hasta conseguir una masa ligada, suave, seca, no pegajosa y de un intermedio entre dura y blanda. Formamos una bola y la dejamos reposar 15 minutos en la heladera. Es importante en todo momento evitar manipular demasiado la masa, ya que es muy delicada por contener mucha manteca, la cual podría cortarse.

Tomamos la bola de masa y la estiramos de modo que simule una estrella abierta de cuatro puntas. Después de colocar la manteca, hay que estirar La masa hasta que llegue a un espesor de unos 8-10 milímetros. Aquí es importante tratar de evitar que la manteca se salga de la masa. Para ello es necesario no aplastar la masa, sino trabajarla suavemente, enharinando el palo de amasar y la mesa para evitar que se pegue y se rompa, pero sin colocar demasiada harina.

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