Los fogones de 'Masterchef' volvieron a encenderse en TVE-1 este martes 13 de abril (22.00 horas) con el estreno de la novena temporada del famoso 'talent show' culinario, que este año ha batido nuevos récords de inscritos, ya que se presentaron más de 70.000 solicitudes. Ahí vuelve a estar Jordi Cruz, el hueso más duro de roer del jurado, a pesar de los rumores que le situaban fuera del concurso. El chef catalán desmiente que vaya a dejar el programa o que vayan a buscarle un sustituto. "La única forma de que pare es me dé un jamacuco", responde.

-¿Nos sorprenderá el 'casting' de esta nueva temporada?

-Es una edición de altura, porque siempre intentamos superarnos y que sea 'heavy'. Y, por ejemplo, hemos tenido la casualidad de que en la montaña a la que hemos ido a grabar un exterior ha pegado la peor ventisca del mundo, con lo que ha sido duro. Pero tenemos unos 'sparrings' maravillosos que han venido con superbuena actitud, todos muy buena gente, sin mal fondo. En este año que ha sido tan complicado, ver a gente con tantas ganas con esa creencia de que pueden cambiar su vida, con esa ilusión, que lo han pasado mal y encima siempre con una sonrisa, es de valorar.

-La productora del programa, Macarena Rey, ha dicho que los participantes de este año son contestones y peleones. ¿Coincide con ella?

-Pero no porque sean rebeldes, sino porque han venido con muchas ganas y con mucho espíritu. Son gente que te pueden decir: pues yo creo que esto está rico, porque le he puesto todo el corazón. Y tienen razón, lo que pasa es que su plato no está bien porque le hemos pedido otra cosa.

-¿Y eso de que no tienen mal fondo? Parece que le está lanzando un dardo a Saray, la concursante con la que tuvo sus más y sus menos el año pasado.

-No tenemos a ninguna figura rebelde en ese sentido. Tenemos a gente de verdad, que son puras ganas, pura emoción y muy dispares, que el que te hace reír no es porque quiera hacerse el gracioso, sino porque es gracioso. Hay mucha verdad en ellos.

"Soy un ferviente admirador del programa y si les apetece que lo haga otro, lo veré igual, me reiré y no me sentiré mal para nada"

-Llevan ya nueve temporadas, además de las ocho ediciones infantiles, la cinco de famosos y el especial de abuelos. ¿No puede haber un desgaste por repetitivo?

-Yo te lo compararía con un restaurante. Ese restaurante que cada año cocina platos nuevos, que le pone toda la ilusión, que intenta hacer un buen producto, al que vas y repites porque comes bien y te gusta lo que hacen. Ese restaurante puede perdurar 30 años. Nosotros en 'Masterchef' intentamos hacer eso: que sea familiar, entretenido, el jurado somos amigos y eso se nota, cada año tenemos aspirantes y pruebas diferentes aunque sea un formato que siempre parezca parecido... Mientras que la gente lo vea, le entretenga y esos datos de curvas de audiencia que yo no entiendo sigan para arriba en un país que es tan gastronómico como el nuestro, seguirá habiendo mucho 'Masterchef'.

-Se ha rumoreado que deja el programa. ¿Qué hay de cierto?

-A veces se escriben cosas que no entiendo por qué se dicen. Yo soy una persona transparente y si eso fuese cierto lo habría dicho, o lo habría hecho la productora.

-Se ha comentado incluso el nombre de su sustituto: Dabiz Muñoz.

-Si a mí me dicen en 'Masterchef' que les apetece que venga David Muñoz, pues seguro que lo haría muy bien. Puede hacerlo como yo o mejor incluso, y no pasaría nada.

-¿Se imagina viendo un 'Masterchef' desde casa?

-Sí, ¿por qué no? No me siento el alma del programa ni soy una persona imprescindible. No lo soy ni en mi propia casa. Soy un ferviente admirador del programa y si les apetece que lo haga otro, lo veré igual, me reiré y no me sentiré mal para nada.

"No me meto con los aspirantes, no les insulto ni les falto al respeto. Soy sincero, les digo este plato no está bien por esto o lo otro. Hago como de cliente"

-¿Por qué dejaría usted el programa? ¿Por otra estrella Michelin? ¿Por centrarse más en sus restaurantes?

-Lo dejaría básicamente por un problema de salud, porque llevo nueve años pudiendo compaginar las dos cosas, manteniendo la excelencia en mi restaurante, tengo mil proyectos gastronómicos para los que sigo rescatando segundos... Pero me lo sigo pasando muy bien haciendo 'Masterchef' y la gente viéndolo y, mientras siga así y no me dé un jamacuco, seguiré.

-¿Le molesta que le consideren el chef duro de 'Masterchef' mientras Pepe es el gracioso?

-No, duro no soy, soy realista, porque considero que el cliente viene a mi restaurante con exigencias y quiere verdad, ver las tres estrellas y que ha pagado por algo que vale la pena. Yo hago lo que estoy acostumbrado a hacer, que es ser exigente en mi restaurante. No me meto con los aspirantes, no les insulto ni les falto al respeto. Soy sincero, les digo este plato no está bien por esto o lo otro. Hago como de cliente. Pepe también sabría hacerlo pero es más de retranca, tiene una memoria para acordarse de todos los chascarrillos del mundo, y es un hombre más ácido, más gracioso, y cada uno tira un poco de lo que sabe.

-Y eso que dice que 'Masterchef' le ha enseñado a ser más cariñoso y a empatizar más con la gente.

-Seguramente soy muy cariñoso, lo que pasa es que no sabía expresarlo. Yo era muy tímido y aun siguiendo con esa timidez que está ahí dándome por saco todos los días, he aprendido a sobrellevarla, a superarla incluso. Por tanto, yo también he crecido mucho en 'Masterchef' y he aprendido un montón de cosas.

"Soy cariñoso, lo que pasa es que no sabía expresarlo"

-¿Le molesta que concursantes de 'Masterchef' se vayan a otros 'realities', como José Luis y Carlos Alba a 'Supervivientes', cuando el programa vende que quiere cambiar la vida de sus concursantes?

-Puedes quedarte con ese punto de vista o ver a Carlos Maldonado, que es un chico que venía de una disciplina distinta, humilde, currante, que hizo un gran papel, ganó, se puso de cocinero, abrió su propio restaurante y este año ha ganado su primera estrella Michelin. Hay muchos aspirantes, muchas realidades, y no todos tienen que meterse a cocineros. Pero lo que sí hemos demostrado es que 'Masterchef' te cambia la vida.

-¿Cómo ha sobrellevado el cierre de restaurantes durante la pandemia?

-Con angustia. Sobre todo, por los ciento y pico amigos y compañeros de trabajo, que creen en mi cocina, en un trabajo compartido y que llevan varios meses diciendo: ¿cuándo crees que volveremos? Y tú no sabes decirles cuándo. Así que con serenidad, intentando echarle ánimo al asunto y con la seguridad de que dentro de poco volveremos con las mismas ganas y la misma garra.

-Le recriminan que pase más horas debajo de los focos que en su restaurante.

-Te garantizo que estoy más horas en mi cocina que delante de una cámara, por más que la gente tenga la percepción de que no es así. Porque cuando la cámara deja de grabar me voy cagando leches a mi restaurante. Se me caería la cara de vergüenza si pasara delante de mi restaurante, me fuera a casa y dejara a mis chicos sin verme.

-Pero ese ritmo de rodajes, viajes a Madrid y Barcelona, a grabar los exteriores, debe de quemar mucho.

-Por eso te decía que la única forma de que pare es con un jamacuco, porque me pongo mucho al límite. Con esta pandemia he sido consciente de que llevo el cuerpo saturado, que le estoy sacando demasiado partido y que debo sintetizar un poco más porque puedo hacer ¡pum! Porque soy un bestia, un borrico, me estoy pasando de vueltas y el cuerpo tiene un límite. Pero me divierto con lo que hago y, mientras pueda hacerlo, seguiré.

-¿Está preparado para la época postelevision?

-¡Y tanto! ¿Sabes lo que pasa? Que nunca me lo he creído, soy un cocinero normal que disfruta trabajando en su cocina. Me ha encantado estar en la televisión y el tiempo que pueda seguiré haciéndolo, pero el día que las cámaras dejen de enfocarme me siento realizadísimo con lo que hago en mis cocinas con mis proyectos. Y si la gente me saluda por la calle, lo agradeceré, y si no lo hacen, no pasará absolutamente nada, porque no me considero especial. Me considero un tío trabajador que ha estado en un medio muy potente como es la tele que hace que te conozcan más y ya está.