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Tomás Mayoral

Opinión

Tomás Mayoral

El necio interpuesto

No sé si la sentencia fue pronunciada antes, pero si no lo fue, voy a hacerlo yo mismo, ya que estamos: «Hasta el más inteligente de los hombres puede convertirse en un necio si se mete en un jardín que no es el suyo». Ayer, Fernando Simón, sorteó parterres lejanos y paladeó la sabiduría bufa de la que hacía gala, «Desde el jardín» y sin saberlo, el pobre Chance, el protagonista del libro de Kocinsky. No feliz con ello, nuestro epidemiólogo de cabecera ejerció de necio útil al servicio de un intento descabellado de justificación de la incalificable cacicada perpetrada por el presidente Sánchez con la Comunidad Valenciana.

Estaban las cosas calientes por la mañana, con un Ximo airadamente indignado con la situación que le había creado el compañero Sánchez, y en estas llegó Simón. Puso los ojitos de «baby Yoda» y la manita proyectada hacia adelante como el personaje de «The mandalorian» y tras unos instantes de meditación soltó la bomba de racimo que lo explicaba todo: «En la Comunidad Valenciana había un número nada desdeñable de casos sin diagnóstico». Podríamos pensar que tal iluminación vino acompañada de una riada de folios con sesudos estudios para avalar esa sentencia casi condenatoria, pero no. Pasaron los minutos y se vio que era solo una iluminación apta únicamente para palmeros atolondrados con tragaderas cósmicas. Lo que viene siendo una mala excusa.

El súbito debut como intérprete de la voluntad divina coincidió con su nuevo papelón en la alta política. Simón, que tras el esfuerzo místico al menos no se cayó de culo como le pasa siempre al simpático personaje de la nueva serie de «Star Wars», bordó la suerte y consiguió matar más pájaros de un tiro que en un lanzamiento afortunado de «Angry birds». A saber, el primero en caer fue el de su credibilidad. Con su innecesaria afirmación demuestra lo inane del argumentario sanitario y científico en el que el Gobierno de Sánchez ha sustentado la dura discriminación que la mitad de la población de esta comunidad ha sufrido, poniendo en duda la solvencia del equipo científico que le respalda a él y al Ejecutivo. Sin caer, además, que aún siendo verdad semejante afirmación, serían el equipo en el que Simón está integrado y el Ministerio de Sanidad en pleno quien debería asumir buena parte de la responsabilidad por dicho error. El segundo, el de su falta de visión política. Al decir lo que dijo, se erige Simón, arrastrando a todo el Gobierno de Sánchez con él, en el más efectivo proveedor de munición para la oposición del PP y CS contra el Botànic. Bonig y Cantó lo tienen fácil cuando censuren a la consellera Barceló y al mismo Ximo por lo que hasta ayer era una gestión aceptable y hoy es un desastre sin paliativos si hemos de creer al visionario Simón. Y tercero, el mal lugar en el queda él y deja al Gobierno al que representa. Malo sería que, como científico que es, tal ocurrencia fuera suya y supondría la necesidad inmediata de destituirlo del cargo que ocupa, pero aún sería peor que obedeciera órdenes en su intento de justificación de lo injustificable. Sería la mayor evidencia de la falta de escrúpulos de Sánchez y de su entorno que solo, o por necio interpuesto, como fue el caso de ayer, está alcanzando niveles difícilmente superables de desorientación en su alocada huida hacia un poder que cada vez se aleja más de él.

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