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Francisco Esquivel

El flamenco eje norte-sur

8 apellidos vascos

Supongo que la audiencia –porque el fenómeno este sí que fue de mayoría absoluta– recordará cuando, en el arranque de «Ocho apellidos vascos», Clara Lago larga de los andaluces mientras da buena cuenta del rebujito en un bodegón frente a Triana y sus amigas, que la llevaron forzada desde más o menos las cercanías de Hernani, intentan calmarla en el momento en el que Dani Rovira sube al escenario, agarra el micrófono y haciendo apología de la grasia que lo inunda se desmontera asín: «Esto son dos vascos que se encuentran y le dice uno al otro oye, Pachi, que me enterao que tu hija está en la cama con gonorrea. Y el otro le replica y a mí, ¡qué hostia!, mientras sea vasco...».

 En otra época, sesenta, setenta mil de ellos tirando por bajo habrían tomado en las próximas horas las calles de una ciudad que en esta semana se recrea en las mismas con imágenes de sus hermandades, el sonido apasionado de unas marchas que arrebatan y el aroma a azahar. En fin, el catálogo completo que diría la muchacha antes de caer rendida a los pies del graciosillo. Es de imaginar a esos chicarrones del norte destripar el don de los costaleros llevando el paso de misterio al compás de la música y, al verlos mecer el barco de tres mil kilos, cascar entre sí: «¡Ah! Pues yo pensé que lo llevaban entre cuatro, uno en cada esquina. Así, cualquiera».

Tengo un amigo de la Real y otro del Athletic, mucho más furibundo que para eso vivió apenas sus dos primeros años en el Bocho y para qué más. Con el padre de éste, que cumplía en plan redondo y con los dos, lucubré hacer de anfitrión el 18 de abril de 2020. El sábado no irán a la Cartuja ni los alcaldes de Bilbao y San Sebastián y, a esta hora, del rey no se ha dicho nada, aunque sin estruendosa pitada de por medio el equilicuá al enigma diluye los decibelios. Lo que sí ha logrado la final euskaldún es ser aplazada más que ninguna otra en el mundo hasta ver si podían acercarse los suyos. Es lo de siempre. Sevilla tendrá un color... pero lo que de verdad pesa es el régimen foral al uso. Eso sí que es especial.

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