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Juan José Millas

TIERRA DE NADIE

Juan José Millás

Selección

Selección.

 Se suele hablar de la pobreza como de un problema técnico, mientras que se trata la riqueza como una cuestión emocional. La abundancia se define por las emociones y la escasez por la falta de herramientas. Un argumento característico de cierta novelística es el del acaudalado que sin embargo no es feliz porque a los ricos no les basta con poseer fortuna material: necesitan acumular sentimientos también. Los millones se guardan en oro, en cuentas corrientes, en paraísos fiscales, en cajas fuertes, en fondos de inversión, en criptomonedas, qué sé yo. Las emociones, al ser inmateriales, precisan de recipientes más sofisticados, encuadernados en piel. Sospecho de las novelas en las que los personajes no tienen que ganarse la vida, porque es lo primero que me pregunto cuando conozco a alguien.

- ¿Cómo se gana usted la vida?

Sufrí mi primer ataque de ansiedad cuando averigüé, muy de pequeño, que la vida había que ganársela. Fue una revelación desastrosa. Desde aquel día, iba por la calle observando los rostros afeitados o sin afeitar de los hombres, puesto que yo había nacido hombre. Me fijaba mucho en sus ropas, en su forma de andar, de comportarse en las ferreterías o en los bares. Tras una minuciosa selección elegía a uno de ellos y decía para mis adentros: “Me conformaría con ganarme la vida como este”. Yo quería ganarme bien la vida para dedicarme al mundo de los sentimientos, no a los problemas técnicos que implica la menesterosidad. Pero me parecía una tarea imposible. Cuando mi padre llegaba por la noche a casa, después de habérsela ganado durante todo el día, no estaba el pobre para nada. El agotamiento físico es también un problema de orden técnico más que de carácter filosófico o romántico.

Cuando me llegó la hora de trabajar, aceptaba todo, cualquier cosa, del mismo que el que tiene miedo de llegar tarde a una cita, llega con media hora de adelanto. Lo sé porque soy uno de ellos: si mi vuelo sale a las siete de la mañana, duermo en el aeropuerto. La ansiedad me ha salvado de la impuntualidad y de la miseria. Ahora bien, no estoy de acuerdo con los políticos en que la pobreza sea un problema técnico. O no solo técnico. Para mí es fundamentalmente sentimental.

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