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Luis Prats

UN GOL AL ARCO IRIS

Luis Prats

Página en blanco

Armando Ortiz. ALEX DOMÍNGUEZ

Suele suceder de vez en cuando a quien tiene la oportunidad de poner blanco sobre negro pensamientos y opiniones que trasmutan en análisis en la prensa escrita, en mi caso el honor de hacerlo en el periódico de mi ciudad, aquél que traía mi padre a casa día sí día también, cuando te quedas sin inspiración, que es más terrenal de lo que aparenta la palabra, pues sucede siempre que desaparece ese estímulo que te impulsa a juntar letras e intentar darle un significado. Pues este es el caso. Ha llegado el momento en que nada te anima a construir un artículo hablando del Hércules y sus circunstancias, la página se queda en blanco y has de improvisar para intentar llegar a algo con lo que cumplir el compromiso adquirido con el redactor jefe de deportes.

Improvisar sería escribir sobre algo que no se haya dicho ya hasta la saciedad, sobre algo que no haya ocurrido una y otra vez con pertinaz asiduidad. Muchos, casi todos, excepto algún que otro despistado o los lacayos de turno indómitos dobladores de cerviz, temíamos que se llegara a la situación en la que se encuentra hoy en día el club. Un desastre en lo deportivo y un caos en lo institucional, con el añadido de una bancarrota en lo económico. Poner una y otra vez ello negro sobre blanco hastía, agota la mente, aburre hasta la saciedad, fatiga en el sentido más amplio de la palabra. La página en blanco se va emborronando de circunloquios y digresiones, tratando de darle sentido a cada frase, a cada párrafo huyendo de la actualidad que rodea al Hércules, que por repetitiva se hace tristemente molesta, repudiable, reprobable, censurable.

No existe antídoto alguno que pueda combatir los efectos nocivos que han conducido al club al más que probable descenso a los infiernos de la cuarta división nacional. El daño viene de lejos, no se trata de hacer un buen partido ante el Badalona el próximo sábado, lo que sería tal y como está el equipo un auténtico milagro balompédico, para insuflar nuevas esperanzas tan falsas como utópicas, sino admitir que el germen, el bicho que ha anidado en las entrañas más profundas de la institución herciana ha echado raíces, haciendo metástasis hasta en el escudo. No hay vacuna que valga, o se extirpa y limpia bien o el deceso llegará más pronto que tarde. Esta es la cruda realidad, lo demás son y serán palabras que se las lleva el viento.

Sé que hay quien pueda pensar que ya estamos con lo mismo de siempre, pero es que quien tenga la solución que salga a la palestra y lo diga. La afición esta deseosa que alguien con valentía se decida a poner los puntos sobre las íes, a no esconder la verdad, la cruda realidad con bienintencionadas palabras que nunca se cumplen, que siempre nos llevan a otro callejón sin salida, a otra nueva decepción. Y así, siete años seguidos, y veinte para acabar con un emblema, con un estandarte de toda una ciudad. Esto no tiene arreglo sin una intervención agresiva, sin un cambio radical en la dirección que comporte un alejamiento de la actual propiedad. Las páginas se llenarían de nuevo de esperanza en un futuro distinto y distante.

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