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Manuel Marín

90 años de un Alicante republicano

Parte de la corporación municipal de 1931

Tal día como ayer, 12 de abril, de 1931, se celebraban las elecciones municipales, en la ciudad de Alicante, con triunfo de los partidos republicanos.

El 14 de abril, dos días después, se proclama la II República Española.

Al día siguiente, 15 de abril, de 1931, se declaró Fiesta Nacional.

90 años después de aquellos acontecimientos, 15 de abril de 2021, amanecerá también festivo en la ciudad de Alicante, en esta ocasión por la celebración de la Santa Faz.

El 16 de abril de 1931, se constituye el Ayuntamiento de Alicante, siendo elegido alcalde, don Lorenzo Carbonell Santacruz, con treinta y siete votos de un total de treinta y nueve.

No debemos cansarnos de transmitir para que la historia no sea distorsionada que, el Gobierno de la II República Española, y el de sus ayuntamientos, eran legítimos y democráticos, como los que tenemos aquí y ahora. Eran gobiernos democráticamente constituidos.

Eran gobiernos que, pese a las dificultades económicas, culturales, políticas y sociales con las que se encontraron, quisieron terminar con el retraso en el que vivía tradicionalmente la ciudadanía española.

Trataron de implantar, entre otras cosas, lo que hoy llamamos “igualdad de oportunidades” y establecer una educación generalizada e inclusiva, conscientes que, sin la posibilidad de acceder todos a ella, la igualdad y el desarrollo de los pueblos sería imposible.

Aquel gobierno republicano, cumplió con una de las aspiraciones de la democracia: conseguir la igualdad política, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades y un Estado laico.

Quizá esto último fue, lo que jamás le perdonaron los partidarios de los privilegios.

El 9 de diciembre de 1931, se promulga la Constitución de la República Española, siendo presidente, don Niceto Alcalá-Zamora, de la que cito el Art.25 y parte del Art.26

No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la afiliación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas”.

El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios.

El Estado, las regiones, las provincias y los municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas”

Aquellos gobernantes, intentaron desgraciadamente sin éxito, poner en valor la máxima: “Que el bienestar del pueblo sea la ley final” pero no les dejaron.

La importancia que tuvieron los valores, principios y proyectos socialistas durante la II República Española, en beneficio de la modernización de una España atrasada y vetusta es incuestionable.

La significación y el compromiso de algunos partidos políticos, como de tantas personalidades de ciencia, de la intelectualidad, entidades sociales con aquel proyecto por una España culta, moderna y libre, es indiscutible.

Los principios de igualdad entre hombres y mujeres, libertad, justicia, democracia, tolerancia y respeto a los derechos humanos, están vivos en los demócratas de hoy.

Quiero finalizar recordando algunas de las frases que Lorenzo Carbonell, dijo en la toma de posesión como alcalde de Alicante el 16 de abril de 1931 “No somos hombres de negocios ni combinaciones. Somos apóstoles de un ideal y queremos que este ideal irradie en todas las conciencias para que hagamos una obra tan grandiosa que en la posteridad nuestros sucesores puedan decir: “Los alicantinos, los republicanos del año 31 fueron los precursores de la felicidad del pueblo antes que la de ellos.

La República no es una República sólo para los republicanos, es una República para todos los españoles”.

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