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Marc Llorente

Así está el mundo

ASÍ ESTÁ EL MUNDO MarcLlorente

El impacto de la pandemia pone de relieve el cuestionamiento del neoliberalismo, ese modelo económico global y desregulado en la mayor parte del mundo desde los años 60. El modelo capitalista se fundamenta en el mercado, que asigna los recursos y genera riqueza, sobre todo a los más fuertes. El modelo socialista interviene la economía a fin de lograr determinados objetivos. Y el mixto es una mezcla de los anteriores. En esa vía pretende caminar el Gobierno de coalición, asignándose al Estado un papel más activo.

«Rediseñar el capitalismo» es una forma de maquillaje que no modifica nada en el fondo. La crisis financiera mundial de 2008 y la crisis pandémica han sido un doble golpe para el dogma neoliberal. Pese a ello, en nuestro país aún perduran viejas ortodoxias sobre el empleo, el salario y la austeridad por parte de la derecha política y social. Los bancos centrales reconocen que los tiempos cambian. Han ido comprando billones de euros de emisiones de deuda pública para financiar paquetes de rescate y reactivación. Además, circulan las necesarias inversiones en energías renovables. La lógica de las restricciones económicas ha quedado debilitada como consecuencia de esta crisis total. De todo se debe aprender si queremos avanzar mejor y no tropezar en los mismos errores. La cooperación de unos y otros es básica.

Esto no quiere decir que el neoliberalismo haya tirado la toalla a la lona en este combate. Que se hayan modificado las políticas macroeconómicas no significa que la era neoliberal esté enterrada. El cambio en asuntos fiscales y monetarios convive con las estructuras tradicionales de poder. O sea, el sistema financiero y el poderío (incuestionado) de las grandes corporaciones siguen su curso. Ya ven que la riqueza de los ricos, la desigualdad y los niveles de pobreza engordan. Si no se contrarresta a las élites financieras, el progreso carece del deseable equilibrio. Joe Biden y Boris Johnson, precisamente, plantean subir impuestos a quienes más tienen.

China (sin las bases de una democracia) quiere ser una referencia en su combinación de elementos del mercado con el peso estatal en la economía. Para la mayoría de países, el crecimiento chino es un ejemplo por la necesidad de replantearse otras formas de organización. Hay que tener en cuenta que se trata del país más contaminante, aunque empieza a multar a las empresas que excedan las emisiones permitidas de gases de efecto invernadero. ¿Pagar por contaminar y asunto arreglado? No. No se trata de hacer caja con eso y de sentirse tan felices comiendo perdices en medio de la polución.

Como se sugiere al principio, y así lo reconoce también la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no se puede funcionar bien con las reglas del juego marcadas por el neoliberalismo y la subordinación de un Gobierno progresista, que debe reconstruir, diseñar un proyecto alternativo de país y despertar esperanza. Lo que resulta necesario es una nueva relación con el medioambiente. Impulsar el establecimiento de una ética internacional. La equidad y el respeto entre las culturas y las sociedades.

Lamentablemente, los fundamentalistas manejan Afganistán, y los grupos terroristas nacen y otros pueden crecer. Trump firmó el acuerdo con los talibanes, que llevó a efecto Biden, para salir del territorio afgano y que no se utilice de cara a planear o llevar a cabo acciones que amenacen la seguridad estadounidense, lo que ha sido clave para que el integrismo recupere las riendas. Así está el mundo 20 años después del 11S.

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