Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Manuel Aliaga Chorro

El volcán y las personas

Una imagen del volcán de la Palma.

Es duro perderlo todo en un instante, más aún cuando conseguirlo te ha llevado toda la vida.

Ver por televisión como una persona se acerca a realizar una donación de 500 euros y con lágrimas en los ojos te cuenta por lo que está pasando conmueve. Sabe lo que es pasar hambre y quiere ayudar porque a él también le ayudaron. Él ayuda a los que lo necesitan aun sin saber cómo se empleará ese dinero. Confía en que llegue donde se necesita. Su gesto y sus palabras emocionan.

El Estado en el que vivimos rápidamente se pone en marcha a través de sus resortes, de sus recursos, para tratar de reducir los efectos debastadores de la lava volcánica. “No nos olviden decía un perjudicado”. Las noticias nos llegan rápidamente gracias a los profesionales de la información.

El Consorcio de Compensación de Seguros, el gobierno, bomberos, protección civil, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los ciudadanos de nuestra sociedad se mueven tratando de ayudar. Los donativos de muchas personas ante el daño natural sufrido es un hecho constatado. Así nos lo cuentan los periodistas y comprobamos que hay personas, empresas, que facilitan trabajo y cobijo para volver a empezar, aunque sea en Madrid. Otras que destinan caravanas con víveres y lugar donde poder descansar a quien lo necesite.

A veces parece que damos más importancia al hecho de un malvado, o conjunto de malvados, que a las muchas acciones de muchas más buenas personas solidarias y comprometidas que existen y todos los días vemos en nuestra sociedad. La buena voluntad de las personas y sus buenos actos son los que suman hacía la construcción de un futuro. Un futuro que cada vez se vuelve más incierto con el cambio climático, pero al que todos queremos contribuir desde los valores y principios que aprendimos en nuestros hogares y escuelas. Aunque como dice el dicho: enseña más la necesidad que la Universidad.

Hoy es una desgracia la que están viviendo los habitantes de la Palma, pero contemplando la historia, podemos ver como las sociedades han ido sobreponiéndose a cualquier catástrofe natural o provocada, a través del esfuerzo individual y colectivo de las sociedades. Necesitamos seguir potenciando los buenos valores y principios, la educación y formación desde el respeto al prójimo. Es importante que nuestra sociedad se nutra de buenas personas que sientan y padezcan, que compartan y tengan un corazón generoso para seguir creciendo. No se trata del llamado “buenismo”, ni de poner la otra mejilla, si no de comprender que nos necesitamos para combatir al enemigo común: los malvados de cualquier clase, individual o colectiva, las catástrofes climáticas, el hambre en el mundo, las guerras…

El ser humano no es invencible al igual que el malvado tampoco lo es. No está escrito ni donde ni cuando ocurrirá la siguiente catástrofe, el próximo delito. Tampoco el malvado lleva escrito en la frente su estigma para reconocerlo, pero Jesus decía “por sus frutos los conoceréis”. A mí con esa enseñanza junto con el Estado Social y Democrático de Derecho me parece bastante para poder combatir la maldad. Y frente a la adversidad nada mejor que hacerlo desde la solidaridad. Parece que no se puede luchar contra las injusticias ni contra las catástrofes, pero la historia está llena de ejemplos que demuestran que el ser humano sí ha sido capaz. Los ciudadanos de la Palma son un ejemplo.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats