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Tribuna

¡Que viene la vaca!

¡QUE VIENE LA VACA!

En Torrevieja, al igual que en casi toda la corona de Aragón, existía la costumbre de celebrar las fiestas para los jóvenes, con el popular «toro ensogado», «toro encordado», «vaquilla» y en Torrevieja llamado «vaca», a secas, tal y como suena, que se celebraba en honor de la Purísima.

Todos los años, en los días previos a la fiesta se esperaba el popular festejo taurino que durante unos días salía a la calle encordada por los cuernos para que sirvieran de guía y conducción en su recorrido por las calles llevada por cuatro o cinco personas entendidas en estos animales.

Se le tiraban zapatos viejos y repullos dirigidos a la parte del cuerpo que fuese, para que se embraveciera. Eso sí, lo hacían los jóvenes subidos en lo alto de una reja. Los repullos eran especies de dardos, rehiletes o flechas pequeñas, y se fabricaban con púas de herrería y con una especie de pequeñas alas que hacían que se dirigieran de forma recta al cuerpo del animal. Así lo cuenta en torrevejense, Pepito, en una foto enviada a su suegro: «Tengo el gusto de enviarte esta postal que pertenece a la vaca de este pueblo divirtiéndonos en las fiestas de la Purísima. Por cierto, que la vaca a las 2 horas de sacarla los cafres de Torrevieja la liquidaron; la diversión estuvo a cargo de tirarle zapatos viejos, capazos y gatos muertos, así como una gran serie de truenos y calbotes…».

Por motivo del festejo de «la vaca», algunos alcaldes tuvieron problemas con el gobernador civil de la provincia, que era la persona que tenía que autorizar este festejo.

«La vaca» recorría las principales calles de Torrevieja seguida de una multitud de muchachos y chiquillería, estos últimos guardando la distancia conveniente para no correr ningún riesgo. A su paso, los niños y jóvenes se subían a lo alto de las rejas mientras otras personas se refugiaban en las cancelas de las casas para no ser revolcadas, pese a la precaución de llevar atada una cuerda. Después era conducida al matadero, donde el matarife le daba muerte siendo destinada su carne a los más necesitados de la localidad.

En el año 1883, uno de los días en que se festejaba a la patrona de Torrevieja, al correr la vaca se encontró a su paso a una anciana que pasaba por la calle, la volteó varias veces y la pisoteó hasta dejarla muerta.

Hubo graves problemas, pues la autoridad no había solicitado permiso para aquella fiesta y para comprar la vaca la comisión de festejos del Ayuntamiento había comprometido a los pobres jornaleros de las salinas a dejar algunas cantidades de su jornal. Esto hizo que el gobernador civil restringiera la concesión de su autorización para celebración de algunos festejos patronales.

En diciembre de 1954 visitó Torrevieja una persona de la Sociedad Protectora de Animales que, al ver «la vaca» recorriendo las calles de la ciudad sometida a tirones de la cuerda y al sufrimiento de serle arrojado algún petardo, informó al presidente de la mencionada asociación de lo que consideraba maltrato al animal.

A partir de entonces, fueron frecuentes los artículos que hacían referencia a la crueldad con que se trataba a «la vaca» en las calles de Torrevieja. Aquel año en el Diario Madrid, apareció publicado un artículo, escrito por el periodista y cronista oficial de Madrid, Francisco Serrano Anguita, a instancias del conde de Bailén, presidente de la Sociedad Protectora de Animales. El artículo entre otras cosas dice: «El día 1 de diciembre recibieron a la vaquilla, y el gentío la recibió con tracas, petardos, cohetes y buscapiés que atolondraron y ensordecieron al animal. El día 4 la correría se prolongó hasta que el cuadrúpedo, molido a palos, navajadas y peñascazos cayó rendido al suelo». Le contestó, el 15 de enero de 1955, el director general de prensa y periodista Juan Aparicio López con otro artículo publicado en el semanario El Español del que era director: «En Torrevieja hay millares de canarios cuidados como odaliscas, lo mismo que se miman a los gatos más hermosos de España, lo que tal vez indique la benigna inclinación de sus habitantes, tan amantes de los pájaros y de los felinos». Al año siguiente, en 1956, fue el periodista Antonio Obregón el que vuelve a arremeter contra la celebración callejera de «la vaca».

Pese a todas las críticas siguió celebrándose el festejo disfrazando su salida en los programas, citando solamente el nombre propio del animal que lo mismo podía ser «Pimpinela Escarlata» y otros años era «la señá Canuta» o «Doña Cachiporra», a la que le dedicaron entre otros versos: «¡Valientes a mí! Me como los hombres, las mujeres ¡que ricas!, los niños de postre y al que se emboba y no corre le doy un tortazo que lo mando al «sostre» o «no te rías ‘despistao’ que si te largo una coz te creerás que marchas en un cohete veloz»; «a las 3 de la tarde, presentación ante sus admiradores e incondicionales del gran ‘recordman’ de los 200 metros obstáculos Tuburcio en sus distintas especialidades de carreras pedestres

Un nuevo incidente, ocurrido en 1962, al coincidir en un mismo trozo de calle la charamita con los gigantes y cabezudos y «la vaca», este hecho, aunque no hubo daños mayores, hizo que el entonces alcalde Martín Zurbano retirara el festejo del programa en los años siguientes, siendo sustituido por otros actos más variados y cultos: concurso de bebedores de cerveza, etcétera. A la llegada del alcalde Vicente García, ante la demanda de la juventud, volvió a celebrarse, a partir de 1966, el vacuno festejo, aunque corriéndola sin atar y en un cercado instalado provisionalmente en el paseo de Juan Aparicio apareciendo, según rezan los programas de festejos de aquella época «la afamada prestidigitadora Lady Head, hará desaparecer, a la vista del público, en un periquete, cuantos jóvenes y menos jóvenes se encuentren voluntarios ente su poderosa e hipnótica influencia sobrehumana» y otros animales a los que pintorescos nombres se intentaba engañar de estas barbaries a las autoridades gubernativas.

En 1969 pasó a correrse en la recién inaugurada plaza de toros donde continuó celebrándose hasta 1987, año en que desapareció del programa en muestra de amor y respeto hacia estos sufridos animales.

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