Opinión | EL TELEADICTO

Berto infrautilizado

Berto Romero, presentador del programa de La 2 'Ovejas eléctricas'.

Berto Romero, presentador del programa de La 2 'Ovejas eléctricas'. / RTVE

El fichaje de Berto Romero es sorprendente. Nadie duda de su capacidad como comunicador de primera. Lo que choca es que siendo su facilidad para la improvisación el mayor de sus valores se cuente con él en el formato menos adecuado para lucirse. Él, que a poco que le des libertad creativa, es la bomba.

Ovejas eléctricas, junto a El condensador de fluzo y Órbita Laika, son programas casi clónicos (algunos de ellos comparten autoría y dirección, no desvelaremos cuáles) cuyo esquema es el siguiente. Un presentador o presentadora va dando paso a una serie de colaboradores fijos a los que, a modo de profesores, toman la lección. Cada uno de ellos, sin salirse ni un punto ni una coma de un guion aprendido y ensayado, recitarán las respuestas a cada pregunta del presentador como aquel opositor que quiere sacar un diez en su examen.

Así, en 55 minutos de televisión divulgativa que dejan completamente exhausto al espectador que desee pillar al vuelo todos y cada uno de los datos que se le ofrecen desde la pantalla, discurre cada una de las entregas dedicada de forma monográfica a una temática. Los temas de Órbita Laika, El condensador de fluzo y Ovejas eléctricas, aunque digan que este último está dedicado a las narrativas, son intercambiables. Del mismo modo que las últimas entregas que el programa presentado por Raquel Martos estuvieron centradas en los Juegos Olímpicos y el movimiento LGTB, Ovejas también podría profundizar en estos temas y no pasaría nada.

¡Cómo se ha infrautilizado a Berto Romero! Pero a quién se le ha ocurrido ponerlo en ese sillón sosísimo cuando su cometido podría desempeñarlo cualquiera, mientras que el papel de Berto es inimitable. Cuánto disparate en la tele pública.