Opinión

No quiero ser madre

Un fotograma de 'Mamífera'.

Un fotograma de 'Mamífera'. / ARCHIVO

Los títulos de las películas son importantísimos. Los hay acertados, desacertados, brillantes, oportunos, oportunistas, fallidos o rutinarios. Parece mentira que el elegido por esta directora empoderada permaneciese todavía inédito y vacante, puesto que no puede ser más adecuado para ilustrar el retrato que desea mostrar. El de una mujer de unos cuarenta años con una relación estable que queda embarazada en el momento menos pensado y entra en una profunda crisis porque en ningún caso desea ser madre.

Puesto que no es tarea del crítico hacer spoiler, nada diremos de lo que ocurre a partir de entonces en lo que constituye el nudo gordiano del largometraje. Sí es misión del crítico agitar el debate, animar a que el espectador visione la película cuando, como es el caso, el trabajo es notable. Aportando algunas claves para animar la discusión.

Primero, los seres humanos somos mamíferos. Desde la escuela se nos inculcó que los seres de nuestra especie nacen, crecen, se reproducen y mueren. ¿Pero por qué no puede una mujer renunciar a su derecho a la maternidad? Nuestra protagonista lo tiene todo: salud, amor y una plaza de profesora titular en la universidad. No quiere renunciar a su libertad, su tiempo ni su independencia.

Segundo, ¿cuál es el rol del hombre en esta situación? ‘Mamífera’ es una película de mujeres idónea para compartir y comentar con sus parejas. El hándicap que se viene repitiendo en estas películas dirigidas y escritas por la nueva hornada de directoras estriba en que los hombres que nos presentan, de tan nobles y buenos, parecen tontos. Ocurrió en la multipremiada ‘Cinco lobitos’, también en ‘Los días que vendrán’ (David Verdaguer, en la vida real, fue pareja de la protagonista de ‘Mamífera’, María Rodríguez Soto); y vuelve a suceder con el prodigioso Enric Auquer, de nuevo sobresaliente. Un hombre que no deja de llamar ‘amor’ a su chica, que llora como un niño, besa a ratos como el terciopelo o como una ventosa, un ser del que sería imposible despegarse. Por supuesto que no era el caso de 'Un amor', llena de hombres despreciables. Su directora, Isabel Coixet (64 años) pertenece a otra generación.