Retratos urbanos

El nadador solidario

Jorge Crivillés es el primer español que ha completado el desafío de los ‘Siete Océanos’, que solo han superado veinte deportistas del planeta

Jorge Crivillés Villanueva posa al finalizar un entrenamiento en el Mediterráneo.

Jorge Crivillés Villanueva posa al finalizar un entrenamiento en el Mediterráneo. / INFORMACIÓN

Pepe Soto

Pepe Soto

Es el primer español que ha completado el desafío de los ‘Siete Océanos’, que solo han logrado dos decenas de nadadores. Estas pruebas consisten en cruzar las travesías de mayor dificultad que existen en aguas abiertas en el planeta. Una locura. 

Sus retos tienen carácter solidario para recaudar fondos para la investigación del cáncer. Visitador médico de fármacos específicos, compara su lucha en el mar con la que mantienen día a día los pacientes oncológicos. Su próximo desafío será el 8 de junio, entre las islas de Tabarca y Benidorm. Es un nadador generoso, que casi siempre flota en solitario en días claros y en la oscuridad. 

Jorge Crivillés Villanueva (Alicante, 1971) creció en el barrio de El Pla. Estudió en el colegio Jesuitas. Tiene dos hermanos, Su padre, Javier, era catalán de Vic y la madre, María José, nació en el pueblo manchego de Pozoamargo.

Licenciado en Sociología por la Universidad de Alicante se especializó en publicidad, marketing e investigación de mercados en el ICADE, en Madrid. Ahí se estableció un tiempo y encontró su primer trabajo: en el Instituto Nacional de Industria (INI) en un proyecto social para la ONCE. Siempre inquieto, decidió adentrarse en sus primeras aventuras con mochila a sus espaldas en diversos países europeos. Trabajó como camarero, de pinche de cocina y de peón de albañil en algunas construcciones en Londres y sus alrededores, donde conoció a unos muchachos artesanos vascos, de San Sebastián, y con ellos marchó a recoger manzanas en tierras de Trento, al norte de Italia. Tras un mes de recolecta y sin un céntimo en los bolsillos fue a parar durante dos meses al piso de sus nuevos amigos en la capital donostiarra. Aprendió a cortar cuero y más cosas: salió del huevo, dice.

De vuelta a Alicante. Tras ocho meses de viaje e inolvidables experiencias, la suerte le sorprendió: una mujer y un empleo. Durante cuatro años y medio trabajó como asistente informático en el conselleria de Educación. En 2001 se casó con Chus Sánchez, escritora y periodista. Tienen un hijo, de nombre Javier, como el abuelo paterno. Es visitador médico de un laboratorio japonés en las provincias de Alicante y Murcia, en la línea de fármacos para tratar algunos tipos de cáncer. 

Comenzó a nadar en 2009 por recomendación del traumatólogo Rafael Jordá para recuperarse de una lesión en la espalda, en la zona lumbar. Antes, de chiquillo, durante diez años practicó karate y, más tarde, se aficionó a caminatas y a pedalear por los montes. En la piscina coincidió con un grupo de nadadores en aguas abiertas. Tres años después cruzó el Canal de la Mancha y le «picó» el gusanillo de completar la ‘Triple Corona’. Estamos en 2015. Su primera entrenadora fue la nadadora olímpica uruguaya Serrana Fernández. Tras finalizar a nado el Canal de Santa Catalina, en California, se afilió al reto de los ‘Siete Oceános’. La compañía aseguradora Asisa le dio respaldo económico para lanzarse al mar y convertirse en el primer español en conseguir un desafío que hasta ahora sólo 20 nadadores en el mundo han conseguido.

Más de nueve horas estuvo Jorge en el agua para completar la travesía del Estrecho de Cook: su séptimo charco entre dos islas de Nueva Zelanda con mala mar y el agua helada, muy fría. «El viento era racheado y constante, fue lo peor», asegura Crivillés, que ya había cubierto con éxito las travesías de Canal de Tsugaru, en Japón; el Canal de Malokai, en Hawái, entre tiburones y olas de hasta cuatro metros; Santa Catalina, en Estados Unidos; el Canal de La Mancha; el Canal del Norte, de Irlanda a Escocia, y el Estrecho de Gibraltar.

"Empecé a nadar tarde y en esa época ni se me pasaba por la cabeza nadar estas distancias y hacer lo que hago”. Es un hombre testarudo: cuando se propone un objetivo no cesa hasta lograrlo. “Es una persona excepcional. Jorge no tiene límites en este deporte de alto riesgo: te invita a ver la vida de otra manera y traspasa la frontera de la precaución; el miedo no es su enemigo”, asegura Chus Sánchez. 

Integrado en el equipo Club Natación RC7 (respira cada siete brazadas), entrena de lunes a domingo. Dos horas diarias en la piscina o en el mar. Entrenado por Alberto Pérez desde Torrijos (Toledo), el equipo lo componen el “kayaker” Rafa Pastor, su hermano Carlos y Selina Moreno a bordo de un barquito de asistencia con alimentos, bebida y donuts, muchos donuts. Y Chus, su esposa, siempre con los pies en tierra, se encarga de las comunicaciones y de todo lo demás fuera del agua.

Su próximo desafío será el 8 de junio, entre las islas de Tabarca y Benidorm. En esta ocasión la travesía tiene como objetivo conseguir recursos para proyectos de investigación sobre leucemias infantiles que realiza un equipo formado por oncólogos, hematólogos y biólogos del Hospital General de Alicante Doctor Balmis. La larga distancia, las corrientes marinas y las picaduras de medusas serán los principales obstáculos que deberá sortear Crivillés para alcanzar su nuevo destino. “Nada comparable con el objetivo que todos deseamos alcanzar, que es la curación definitiva de esta enfermedad”, cree el nadador alicantino. 

Acostumbrado a flotar sobre el agua durante largas travesías, resta importancia a las picaduras de las medusas o estar rodeado de tiburones: “Son cosas inherentes a la prueba, lo tengo asumido desde el principio”. Su peor travesía fue en el Canal del Norte: tuvo que ser rescatado del agua por hipotermia. El mejor recorrido fue por la calles del pueblo de su madre y también el suyo, Pozoamargo, durante un sincero y cálido homenaje de sus vecinos y amigos con banda de música incluida: “Bienvenido Mister George”, rezaba la pancarta, entre aplausos, risas y muestras de cariño al estilo del cineasta Luis García Berlanga más de medio siglo más tarde de su película, aunque en la vida, no en la ficción. Las mujeres del lugar le entregaron una placa conmemorativa y el alcalde le regaló una botella de vino. Y muchos besos, abrazos y hasta alguna que otra lágrima.