Las autoridades del puerto anunciaron repetidamente a principios de 2021 que se proponían empezar a construir la nave para carga y descarga de graneles en depresión y añadían que a finales de enero o principios de febrero de 2022 empezaría a funcionar este nuevo sistema. Efectivamente contemplamos cómo a lo largo de la primavera y verano iba creciendo la estructura metálica de la ya famosa nave y por ello los ciudadanos aguantaron estoicamente las nubes polvorientas que invadían sus domicilios con cada carga o descarga de los barcos, siempre en la esperanza de que en pocos meses tal inconveniencia tendría su fin. Sin embargo, ahora observamos tal lentitud en los trabajos de techado y tabicado de esa obra que mucho dudamos en qué año estará acabada. Esperaremos a febrero para quejarnos, si ha lugar

Nos están llegando agradables noticias del puerto como el aumento de llegada de cruceros, la remodelación de los muelles 1, 2, 4, 6 y 8 ya iniciada, la construcción de una nueva marina para yates de 30 metros en la zona Volvo, la instalación de una isla flotante con transbordadores para cruzar la bocana y poder pasar de la zona de levante a la de poniente y viceversa, etcétera. Todo esto que parece fantástico para el progreso turístico de la ciudad, que sea bienvenido, siempre en la confianza que esas grandes salas de fiesta que también se anuncian respeten el descanso de vecindario e instalaciones hoteleras cercanas, pero entiendo que tales mejoras no debieran distraer ni retrasar un minuto más la puesta en servicio de la nave para carga de graneles. Una cosa no es incompatible con la otra. Es más, entiendo que una -los graneles- es sin duda prioritaria sobre las otras.