Hoy viví uno de esos momentos que no sabría cómo clasificarlos, pero lo que sí sé, es que pasé entre una mezcla de vergüenza, bloqueo y desesperación. Os cuento: tras una consulta con mi hija en el Hospital de San Juan, fui a pagar el único parking público cercano al recinto que hay, y cuál fue mi sorpresa al ver que no aceptan el pago con tarjeta de crédito (algo que no acabo de entender en el año 2022, pero eso es otro debate). Aquí va lo bueno, no llevaba efectivo, solo el móvil con las tarjetas de crédito virtuales, y me dirigí al único cajero que hay allí, no hay ningún otro ni en el hospital, ni en los edificios colindantes. El cajero es antiguo, y por tanto no soporta NCF para sacar/pagar a través del móvil, así que comencé a preguntar por allí, vamos, a pedirle 5 euros a la gente que iba encontrando (celadores de la entrada del hospital, seguridad, taxista). Les decía que les hacía transferencia vía bizum inmediata, que necesitaba efectivo para pagar el parking, y a todo esto, mi hija en el coche esperándome en el parking que llegaba tarde al colegio. En fin, una odisea. Pero finalmente pude solucionarlo gracias a una amable señora de la entrada del hospital (¡disculpa, no te pregunté el nombre!) y, sobre todo, a Adriana del puesto de la ONCE justo al lado de la entrada, quien me prestó los 5 euros. Es verdad que justo cuando me marchaba del puesto de la ONCE, se cruzó mi amiga Ana del colegio, y fue a ella a la que cogí prestado el dinero. Gracias a todas, en especial a Adriana por sus palabras y su gesto totalmente desinteresado a una persona desconocida y desesperada que ayudó en el día de ayer. ¡Gracias!