De entrada, los titulares que se han leído y luego llevados a los programas de la tele son un pelín truculentos sin ser mentira. Hablo de la reina, de Letizia Ortiz. La reina ha vuelto a la radio, o la reina vuelve a ser periodista, se ha escrito. La historia no es falsa, pero tampoco verdad.

La noticia era que la esposa de Felipe VI, en calidad de esposa del jefe de Estado, se fue a un instituto cacereño, el Vía Dalmacia, en Torrejoncillo, a inaugurar el curso y de paso interesarse por lo que hacen sus alumnos.

Los chicos y chicas del centro tienen una radio escolar, y con ellos, tan campante, se sentó la señora para saber cómo es esa radio y qué programas tiene. La conversación, un regalo que los medios desearían, se emitió en directo, y sí, la reina, interesada, iba preguntando, de ahí que «la reina ha vuelto a la radio» o «la reina vuelve a ser periodista».

Hasta aquí todo normal. Lo que tocan los reyes, aunque sea una pavesa, una briznita de yerba, se convierte en algo sustancial. Es a donde quiero llegar. TVE tiene un programa que se llama Audiencia abierta, que es una crónica sobre la actividad de la Casa Real. Lo presenta Carmen Romero, que dio paso el sábado pasado a un reportaje que firmó Marisa Aeropagita, reportaje en el que la periodista preguntó a niños y niñas sobre lo que les había parecido la reina.

¿Cómo ha ido la visita, qué te ha parecido la reina?, le preguntó a una cría de apenas 3 o 4 añitos. Bien, dijo Amanda. Pero la periodista siguió y quiso saber más. ¿Ha sido simpática?, preguntó de nuevo. La respuesta de la niña no dejó lugar a la duda. No, contestó. ¿Qué titular saltó a programas de otras cadenas? El de arriba. La reina es antipática. Fin de la historia.