No me ha gustado el nuevo ‘Días de cine’. Ahora lo presenta un famoso. La primera entrega fue conducida por el encantador Juan Antonio Bayona.

Pero el formato se quedó a medio camino. Apenas hubo profundidad en la supuesta entrevista de Gerardo Sánchez con Bayona.

Es decir, que más que sumar, la presencia del invitado restó. Eso por no imaginarlo que pasará cuando el presentador pueda ser un Antonio Resines o un Santiago Segura.

Y pensar que en una de sus etapas fundacionales el programa se nutría de cuatro reportajes de un cuarto de hora cada uno en los que Antonio Weinrichter, Jordi Costa, Sergi Sánchez o Alberto Bermejo tenían libertad total para realizar composiciones cargadas de erudición.

Cumple 28 años para esto. Cuando en octubre de 2021 el programa atraviese la barrera de los 30 años veremos en qué ha quedado. Hablo así porque como fidelísimo espectador desde el primer día debo ser sincero. Tal vez influyeron algunas ausencias para que todo pareciera realizado en tono menor. Y es que un Días de cine sin las voces y el magisterio de Virginia García del Pino y Raúl Alda (a lo mejor están de vacaciones) o la autoridad moral de Santiago Tabernero (que se ha trasladado a dirigir el buque de Sánchez y Carbonell) no suena igual.

Para experimentos comerciales, ya tenemos espacios amables como La script en #0. Pero Días de cine, como los clásicos, no se debe desnaturalizar. Cambiar porque sí no tiene ningún sentido. Ah, y un tirón de orejas muy grande por no hablar ni una palabra de la Mostra de Venecia. Que TVE no desplace a un equipo de Días de cine hasta allí no justifica que el programa señero del sector ignore el evento con semejante altanería.