Ante el diagnóstico del cáncer no caben medias tintas. Algunos se hunden. Otros se aferran a las altas expectativas de cura. En el término medio está la virtud. Es lo que le sucedió a Fátima Hernández, una de las mejores y más reconocidas redactoras de TVE, cuando le encargaron un 'Crónicas' sobre el tema. ¿Qué de nuevo se podía decir sobre el tema más allá de incidir una vez más en la importancia de la prevención, y en la velocidad a la que progresa la investigación para que algún día, la enfermedad, sea crónica?

Fátima ha vivido en primera persona, en sus familiares cercanos, casos de cáncer con fatal resultado. Por si fuera poco, el 14 de enero, en plena elaboración del reportaje esta enfermedad se llevó a una compañera muy querida en la casa, Alicia Gómez Montano. Lo que vimos en la noche del lunes no fueron sermones vacuos ni consejos mil veces oídos.

La única estrategia eficaz para narrarnos hechos tan descarnados fue la empleada por Hernández: acercarnos de puntillas a quienes sufren la enfermedad y los familiares que les acompañan. Escucharles de primera mano cómo afrontaron el diagnóstico. Y conocer las opiniones de profesiones de la medicina que conviven cada día con estas situaciones.

Qué duda cabe qué reportajes como 'Cáncer', un pulso permanente no son fáciles de ver. Pero no hay que esconder la cabeza como el avestruz. El pulso es permanente, y todavía no lo hemos ganado. Todos podemos ser afectados, y no está de más asomarnos, con respeto y solidaridad, a las historias de quienes han pasado por ahí. Aunque el hecho de que 'Crónicas' se emitiera de madrugada y en una cadena como La 2 ya da una idea de lo poco que nos gusta mirar a la cara este tipo de cuestiones.