Adivina qué hago esta noche y El concurso del año pueden darse la mano. Los dos formatos de Cuatro, uno semanal, otro diario, han caído de pie, logrando sobradamente sus objetivos de entretener sin molestar y sin ofender.

Eso sí, dirigidos al amplio espectro de público que gusta a Mediaset, esto es, cuantos más mejor y sin demasiados remilgos.

Qué duda cabe que El concurso del año podría subir varios peldaños en su nivel de exigencia si en lugar de dar como pista "el año que nació Rocío Jurado" o "el año que Madonna editó tal o cual disco" se aludiese al "mismo año que nació Vicente Molina Foix" o "al año que Bertolucci estrenó Soñadores".

Pero de lo que se trata es de entretener, y para eso los presentadores no han podido estar mejor elegidos. A Santi Millán, de tan pluriempleado, todavía le noto a veces no creerse demasiado lo que está haciendo. O no llevarlo a cabo con demasiada pasión. Aunque seguro que es mi mirada subjetiva la que lo ve así y no hay nada de cierto en esta apreciación. A Dani Martínez, por el contrario, sí lo percibo entregado al 100%. No sé cuántas grabaciones puede llevar a cabo de un tirón, pero lo cierto es que siempre comparece en pantalla como si fuese la primera del día y todavía más, la primera de la temporada. Insuflando oxígeno y bonhomía del primer al último minuto. Hasta el punto de que te sabe mal pasarte a las noticias del mediodía y hacerle el feo de abandonarle a medias.

Comentario aparte merece el casting del que se extraen tanto los concursantes (demasiado sobreactuados en Adivina qué hago€) como los desconocidos y poseedores de múltiples habilidades: en ellos reside la clave del éxito.