De verdad, ¿alguien ve Cuatro? La semana pasada la cadena de Mediaset cumplía trece años de vida, y nada, no hubo celebración porque supongo que en la empresa del señor Paolo Vasile no tenían nada que celebrar. La audiencia tampoco. Cuatro ha ido poco a poco marchitándose, arrugándose y quedando ahí, en un rincón del mando, cada vez más residual, irrelevante para los espectadores. ¿Sabía usted que se ha emitido durante algunas semanas, y que finalizó hace dos, una cosa llamada 'Bienvenidos al hotel' -que trataba de saber quién era el mejor anfitrión del negocio?-. No es el único que no tiene ni idea. La competidora natural, por volumen, por edad, por ser otra hermana menor de un gigante como Atresmedia, es La Sexta, pero La Sexta se come con patatas no sólo a Cuatro sino que saca el cuello y a veces mira de tú a tú incluso a Telecinco.

Hay en La Sexta una línea clara, algo que Cuatro intenta tener, y no, no consigue, o no es tan atractiva como para que la gente se enamore de su oferta. Cuatro es hoy algo que huele a mustio, desganado. Sin apenas directos -quitando los informativos, que poco a poco son meras citas con una cascada de titulares- Cuatro sigue su deriva hacia la nada con una parrilla sin apenas atractivo. Ni siquiera, como pasaba hace un tiempo, llama la atención su desternillante apuesta por la extravagancia y el mundo friqui. Insistiendo en la chuminada más asombrosa, Cuatro estrenó el lunes 'Cuatro Weddings', no 'Cuatro bodas', no, sino 'Cuatro Weddings' -catetos- que no vio ni el que se casaba. En fin, que se va por el desagüe la cadena que el mes de octubre cerró con apenas el 5% de audiencia. Ni la llegada de Toñi Moreno a lo de los tarugos de 'MHYV' se ha notado.