El Festival de Málaga que fue guillotinado por la alerta sanitaria en vísperas de su celebración apostaba fuerte por las series. Y qué placer habría sido ver en pantalla grande Hit, de Joaquín Oristrell; La línea invisible, de Mariano Barroso, Valeria, de Inma Torrente, y Vamos, Juan, de Borja Cobeaga. Además del largometraje Hogar, de los hermanos Álex y David Pastor.

Las sinergias entre las pantallas televisivas y las cinematográficas son evidentes. Mientras dure la crisis, el consumo de los formatos online se ha normalizado. Distribuidoras como Avalon han lanzado en Filmin el preestreno de lo nuevo de Xavier Dolan, Matthias y Maxime. Pero por el momento ninguno de los estrenos españoles se ha aventurado a hacer lo propio.

El paquete de títulos de la 23 edición del Festival de Málaga permanece intacto. Desde la película inaugural, Ofrenda a la tormenta, de Fernando González Molina, hasta los nuevos y prometedores trabajos de Iciar Bollaín, David Trueba, David Ilundain, Bernabé Rico, Arturo Ripsteino Javier Fesser están a la espera. Málaga había logrado reunir la mejor sección oficial desde hace muchos años.

Ahora, los interrogantes son muchos. Qué pasará el día después del confinamiento. Cómo será el regreso a las salas. ¿Habrá que adoptar la precaución de vender sólo un tercio del aforo? En este caso, el cine tendría una gran ventaja sobre los teatros para iniciar su actividad.

Quiero pensar que del mismo modo que todos estamos deseando pisar la calle, las terrazas, los bares, los paseos y las playas en cuanto nos dejen, tampoco nos costará regresar al hábito de ir al cine. Hasta los escrupulosos.

¡Estamos deseando volver a las salas!