Que lo deja, que abandona, que se desengancha. No hablo del desenganche total con la vida que ha tenido uno de los exmaridos de Belén Esteban, un tal Fran Álvarez, al que se encontraron sin vida en su casa el domingo. Al parecer, según expertos en la vida loca, el pobre señor tenía un enganche mortífero con eso que en programas de temerosa sensibilidad contra las denuncias llaman "sus adicciones", adicciones que también tuvo la mentada excajera de San Blas.

Quien lo deja todo, incluso deja a la más grande, a la de ojos cautivadores, a la de risa tan empotrada como cínica, a la que cada vez que habla sube el pan, a Isabel Díaz Ayuso, la presi madrileña, quien lo deja todo, quien deja su dirección general de Juventud en Madrid es el televisivo Pedro García Aguado, otro que de medallista olímpico bajó al infierno de "las adicciones", subió al cielo de la tele, siguió como un cohete al de la política, y de nuevo ha bajado a ras de tierra como movido por un impulso redentorista y salvador.

Dimite de la política debido a "la enorme demanda de atención que requieren tantas familias en el país". Ha muerto el director general, pero ha revivido el Hermano mayor. Empresario activo ha hecho de la rehabilitación de jóvenes problemáticos, por esta o mil causas, por el consumo de drogas o por formar parte de familias desestructuradas, su forma de vida, su negocio, dicho así, sin vaselina, sin preservativo, sin filtro.

Pudiera ser que, y digo pudiera ser, que ganara más dinero fuera de la política que dentro, porque está feo que si tienes una empresa de rehabilitación, te llegue trabajo por mor de. Ahí lo dejo. Así que don Pedro está de nuevo en el mercado catódico. Para quien lo quiera.