Qué gozo da la televisión cuando su contenido es tan interesante que logra abstraerte de todo. Me sucedió por última vez viendo el Millennium que Ramón Colomdedicó a la búsqueda de la felicidad. Cierto es que el tema ha sido manoseado hasta la saciedad por autores de libros de autoayuda y santones de todos los pelajes. Pero en la reunión con el filósofo José Antonio Marina, el escritor Luisgé Martín, el neurólogo Paco Moray la psicóloga Victoria del Barrio todo sonó a nuevo. Porque las miras fueron altas y los puntos de vista desde los que partieron los contertulios profundos.

De esta manera a un argumento sugerente seguía uno todavía más afilado. A una idea brillante sucedía una réplica no menos inteligente. La cuestión es que cuando llegó la hora de despedir el programa la conversación estaba en punta. Hasta el propio Colom confesó que le encantaría grabar trece entregas consecutivas con los mismos invitados e idéntica cuestión. Más allá de la frase retórica, qué buena sería esa hipotética temporada en la que bajo el paraguas «Buscando la felicidad» cuatro sabios esgrimieran sus documentados argumentos.

A pesar de que el programa concluyó a las dos de la madrugada, me atrevo a afirmar en nombre de los 63.000 espectadores que seguimos el programa a la hora en que se emitió, que nos dio pena que se acabara. Porque logró abstraernos de todos los pensamientos que hasta ese momento revoloteaban en nuestra cabeza. Por supuesto que durante ese rato fuimos felices. Aunque el cerebro esté programado para sobrevivir, y no para buscar la felicidad, en 'Millennium' encontramos argumentos para comprender cómo también en la creatividad y en la escucha inteligente reside la dicha