Conforme avanza el reportaje -Documentos TV, La 2, Irak, el turbio comercio del sexo- se te forma una bola en la garganta que sabes que es de asco, impotencia, enorme y monumental perplejidad, una mezcla de todo eso y algo más, es como confirmar lo que en el fondo sabe uno, lo que sabemos de comportamientos nauseabundos de gente que amparada por la pátina de su dios es capaz de hacer con los más indefensos, con los más vulnerables.

La reportera Nawalal Maghafi firma el reportaje para la BBC, y ella, con cámara oculta, y a veces ayudada por un colega masculino para poder contactar con los altos clérigos, se fue a Irak para investigar lo conocido como matrimonios de placer, es decir, la tapadera religiosa que legitima la prostitución en aquel país. El negocio es terrible. Y el descenso al infierno de las mujeres víctimas, un viaje sin retorno.

Las niñas de 12 años son más caras -de 500 a 800 dólares- porque están sin estrenar, dice un clérigo mientras arregla los papeles para que un tipo, el cebo, "se case" con esas criaturas, con viudas de guerra, o con jóvenes divorciadas. Nada, sin problema, señala el hijo de puta, lo ampara el islam, te puedes casar media hora, separarte, y luego casarte con otra por una hora, una semana, un mes, lo que quieras, y al final la abandonas.

Eso sí, precisa, con cuidado para que la chica no pierda la virginidad, o sea, no puede haber penetración -así se puede volver a vender para el matrimonio-, salvo que hagáis sexo anal. ¿Y si le hago daño?, inquiere el cebo. Bah, eso es cosa de ti y de ella, si aguanta el dolor no hay problema. Una víctima de este comercio -los clérigos católicos también son expertos en el abuso de niños- lo definió así, "se comen la carne y tiran los huesos".