Durante la madrugada de los Oscar estuve pendiente del Canal 24 Horas para ver cómo informaba del goteo de premios a lo largo de las horas. Mi decepción no pudo ser mayor. Ni siquiera los mentó. Lo que me encontré fueron unos boletines de noticias de treinta minutos de duración, presentados por Pedro Carreño, que se repitieron con el mismo esquema a las 3:30, las 5, las 5:30 y las 6 sin una mínima alusión a lo que estaba ocurriendo en la ceremonia. Entre medias, se emitieron programas como En lengua de signos o El mundo en 24, presentado por María San Juan.

Es decir, que el único canal de información continua de televisión, el Canal 24 Horas, permaneció totalmente al margen de lo que ocurría en Los Ángeles, incluso en un año excepcional en el que concurrían españoles a tres categorías. Pero es que en las horas previas a la ceremonia no hubo ni un programa especial, ni una de esas tertulias que se pueden montar en Torrespaña a coste cero creando ambiente y caldeando la noche en los preámbulos.

Convendrán conmigo que el gran evento noticiable en la madrugada del domingo al lunes era la 92 edición de los Oscar, y que renunciar a informar sobre él, y limitarse durante las cuatro horas que duró a emitir boletines de noticias pregrabados no es la opción más profesional. ¿Qué costaba en una noche excepcional como esa emitir los boletines en directo, e ir informando, siquiera insertando fotografías, de cómo iba avanzando el palmarés cada media hora?

Hubo que esperar hasta las seis y media de la mañana para que la televisión volviera a la vida, al directo, y en el denominado Telediario Matinal conociésemos todos los premios de una tacada. Muy mal por el 24 Horas.