Que los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Tokio en verano de 2021 sigan denominándose Tokio 20-20 es muy significativo acerca de cómo, sin que nadie lo previera, el mundo se detuvo pasadas diez semanas del Año Nuevo occidental (en pleno Año Nuevo chino). Toca dar un año por perdido en las agendas: en las deportivas, en las culturales, también en las televisivas.

Todo salta al año que viene. El mundo de los toros, otrora tan poderoso, vive una parálisis sin precedentes, justo en el inicio de su temporada, sin que los medios le hayan prestado demasiada atención. Tendido cero, espacio señero de información taurina, en antena desde 1986, que hace mucho había atravesado su emisión número 1.700, y que solamente saltó de la programación el sábado que se rindió un homenaje a Monserrat Caballé en la catedral de Barcelona, ha sido cancelado como tantísimos otros programas de TVE.

Dirigido por Federico Arnás, y con Belén Plaza, Javier Hurtado y Carlos Ruiz Villasuso. Este último argumentó en el último de los programas emitidos su diagnóstico sobre la situación que atravesamos: "En el fondo estamos atravesando el fracaso sobre la gran ciudad, de la hipermegaciudad, incapaz de resistir un virus", quien clamó por un cambio en el modelo de negocio, abriéndose a los pueblos.

Ahora Tendido cero se ha esfumado, como las ferias de Valencia, Castellón, la de Abril y San Isidro.

Semana Santa de Burgos

La Semana Santa de Burgos fue la elegida este año por TVE para retransmitir sus procesiones del Jueves y el Viernes Santo. No podrá ser. El compromiso adquirido se mantendrá, es de esperar, para el año 2021. De un tiempo a esta parte suelen ser las Diputaciones y los Ayuntamientos los que se ofrecen a TVE a compartir los gastos que supone una retransmisión de estas características, conscientes de los beneficios que su difusión reporta en el Turismo.

Fallas, Semana Santa, Moros y Cristianos de tantos lugares, romerías, Fiestas de la Primavera, Corpus y Hogueras... Tantas fiestas centenarias que nunca habían saltado del calendario desde el parón obligado de la guerra civil.

La situación es tan insólita que todavía hay que pellizcarse para darse cuenta de que no vivimos en una película y que la realidad supera a la ficción. La economía no tiene nada que ver con los sentimientos. Muchas fiestas populares lo son. De una hondura inmensa. Del mismo modo que no se han calibrado todavía las consecuencias emocionales de quienes no han podido velar a un ser querido, tampoco se concede el valor que merece a lo que supone suprimir cualquier celebración cuando ésta sale del alma.Todo aplazado

Aplazado, cancelado, suspendido. Son las palabras más repetidas. Los cines y teatros cerraron de un día para otro. Cuando reabran tendrán que programar todo lo que se quedó en el camino. Pero vendrá muy bien porque la producción también se ha parado y hay que darle tiempo para que eche a andar.

No habrá Festival de Eurovisión 2020 desde Rotterdam. El año que viene se mantendrá el evento en la ciudad pero no las canciones candidatas. Los premios Platino del cine también se han cancelado, como los premios Max de Teatro que debían celebrarse en mayo. El parón de estrenos y rodajes de cine ha provocado la alteración de las reglas del juego de los próximos Globos de Oro, que salpicarán después también a los Óscar.

Hace tiempo que los programas con público dejaron de grabarse. Se siguen emitiendo las entregas que quedaban en stock con las gradas de público aplaudiendo a rabiar. Algunos de ellos ya han terminado de emitir sus entregas y han iniciados las redifusiones.

Ahora impera la televisión desde casa, una televisión low cost donde los presentadores se conectan por webcam con los colaboradores de los programas. Lo han hecho programas míticos como Zapeando o El intermedio en La Sexta, también Andreu Buenafuente con Late Motiv con muy buenos resultados de audiencia. Sin embargo, el experimento de La 1 Todos en casa, consistente en llevar al prime time un formato de estas características, con Ion Aramendi (el presentador del concurso diario El cazador) contactando desde casa con los espectadores a través de su portátil, se ha saldado con unas cifras decepcionantes, un 5%, lo que da idea de cómo la audiencia, en estas circunstancias, opta por la ficción o el entretenimiento.

Lo peor, la incertidumbre

Lo peor del confinamiento es la incertidumbre. Ignoramos qué ocurrirá después. Sólo estamos seguros de que este habrá sido un año en blanco en el que nada fue como esperábamos. Desde que un mal día se detuvo el tiempo y puso todo patas arriba. El 20-20 acabó abruptamente en su décima semana. Como dice Iñaki Gabilondo, cuando acabe la guerra vendrá la postguerra. Nadie va a pulsar el botón de reinicio para que la vida prosiga como si nada. Tampoco en la televisión.