Había muchas ganas de Charamita ayer. Y cuando al filo de las seis menos cuarto los maestros de Beniel hicieron sonar la música dando paso a que la concurrencia entonara el «Serafina la cochina...» volvió este desfile informal de gigantes y cabezudos a recorrer las calles del centro de Torrevieja. Se echaban de menos las carreras y el pasacalles caótico en el que se suele convertir este acto de fiestas para pequeños y mayores. Pero las cosas no están para pasarse por alto las prevenciones pandémicas y ya ayer en redes sociales se abrió el debate sobre la gran cantidad de personas que acudieron a esta primera salida de la Lilí, El Ogro y El Lobo y la aglomeración de personas en las calles peatonales del centro que provocó.

La Charamita había vuelto, como manda la tradición -más o menos-. Aunque siempre ha estado ahí porque incluso en 2020 visitó los centros escolares torrevejenses, compartiendo bailes con su público más imprescindible. Para muchos de los más pequeños de esta Torrevieja multicultural y diversa fue el primer encuentro con estos personajes que forman parte de la raíces culturales de la ciudad.

Los maestros de Beniel, con la dulzaina y el tamboril. | TONY SEVILLA

El «año sabático» le ha sentado bien a los gigantes y cabezudos. Han renovado su destartalado vestuario, además de aligerar peso a quienes año tras año prestan su fuerza y sus piernas a estos populares personajes, que tienen su origen en la oscarizada película de 1953 «Lilí», protagonizada por Leslie Carol y Mel Ferrer. La de ayer era una salida especial porque volvía la Charamita a la calle y porque faltaba uno de los suyos: José Ferrández Fructuoso. Alma humana de los gigantes durante décadas, fallecido hace unas semanas. Hubo un emocionado recuerdo para quien no está y sonó el Himno de la Alegría. No podía ser de otro modo. Y el desfile, como la vida, continuó para quienes toman el relevo de esta tradición que para los hijos de José ya es de la familia. Fue en la puerta del Ayuntamiento viejo, de donde siempre han salido. Sonaban mucho las «bombetas», y por cuestiones de orden desaparecieron los sprays.

Pero había ganas. Ya sabe que los torrevejenses «no se pierden charamitaso». Y lo demostraron madres con carrito de bebé, padres con sus hijos a hombros y de nuevo volvió el repertorio de canciones tradicional donde faltan los «garbansos torraos, como sé que te gustan, te los echo a puñaos». Abundante chiquillería, y padres y abuelos que se reencuentran con aquella Torrevieja de antaño. «Tará, tará, tarariiiií... ¡ ¡Ora por nobis!».

Sin perder «charamitaso»