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Texto: Marta Clavero | Foto y Vídeo: Pablo Hernández

Miguel Castro lleva tres años realizando tatuajes terapéuticos en Vigo

Recuperarse de un cáncer de mama va más allá de lograr curarse de la enfermedad en sí. Las secuelas psicológicas y físicas que arrastra una paciente tras sufrir esta patología afectan a su identidad como mujer. No sólo se trata del deterioro interno. Los procesos que debe afrontar durante su tratamiento inciden en su aspecto, que lleva consigo una grave repercusión en su salud mental. Ellas no sólo se preocupan por su vida. También les afecta cómo las perciben los demás.

Ese miedo a la enfermedad y a un posible desenlace fatal viene acompañado por cambios que, en muchos casos, minan su autoestima. La imagen que una mujer enferma de cáncer de mama visualiza al final de su dura travesía la enfrenta a un espejo en el que ve una persona a la que le falta su cabello, pero sobre todo, una mujer que se siente mutilada.

La mastectomía -operación quirúrgica para extirpar todo el seno, en prevención o para el tratamiento del cáncer- es una de las intervenciones más agresivas desde el punto de vista físico y psicológico. Conlleva la privación de uno o de los dos senos, que son partes del cuerpo concebidos culturalmente como símbolo de la mujer, de su femineidad y de su sexualidad. En definitiva, las cirugías también dejan cicatrices en una identidad, en parte, arrebatada. De ahí que mitigar estas pérdidas es fundamental tanto para un cura patológica como personal.

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