De Sheherazade relata en doce coreografías una aventura que sugiere algunos hilos que tejen la poliédrica esencia femenina. El espectáculo es una narración poderosa construida con solos y coreografías corales, perfectamente hiladas. Su personaje aúna la singularidad individual de cada intérprete y la fuerza arrolladora del grupo. Esta mujer, que es todas las mujeres, recorre el relato y comparte con el público sus conocimientos, contradicciones, amores, desamores, fuerzas, fragilidades, inseguridades, insatisfacciones, soledades. Comunica con alma abierta en canal su relación con el cuerpo, el deseo, la maternidad y la igualdad aún no alcanzada. Las coreografías recogen una diversidad femenina que se apodera de la acción para conquistar el escenario real y simbólicamente. Son 11 mujeres que asaltan el escenario, que es el escenario de la vida. Son todas mujeres que poseen una fuerte singularidad. Mujeres que piensan en clave coréutica y musical la pluralidad del género que representan, más allá de las diferencias, ya sean físicas, étnicas, religiosas, culturales o estéticas.