La relación con la vida y la muerte hunde sus raíces en lo más profundo de la condición humana.

La experiencia clínica del Psicoanálisis verifica que no solo un sujeto establece con la vida un lazo de afinidad y de perdurabilidad. Sino, que también habita en la condición misma de la existencia una poderosa fuerza autodestructiva, una paradójica satisfacción que puede conducir a alguien a rechazar la experiencia de la vida como tal.

Desde las conductas autodestructivas hasta el acto mismo del suicidio se abre un amplio abanico que no nos deja de interrogar sobre esta tendencia propia de los seres humanos a ir en contra de sí mismos y a devaluar la vida en beneficio de la muerte.

Asistimos en la contemporaneidad a una suerte de epidemia de intentos de suicidios, de ideas suicidas en los sujetos y de suicidios logrados que han llegado a alarmar e interrogar a las autoridades sanitarias y más allá de ellas al conjunto del lazo social. Y aunque la frecuencia de los suicidios en adolescentes jóvenes es la que más se ha puesto a cielo abierto, sin embargo el fenómeno del suicidio atraviesa las variables de edad, de genero y de condición y extracción social.

En una supuesta sociedad del bienestar nos encontramos, paradójicamente, con muchos sujetos que empiezan a dar cuenta de un hastío por la vida y su experiencia. Abordaremos en la conferencia, el fenómeno del suicidio a partir tanto de las condiciones del discurso que atraviesa el lazo social, es decir los factores externos que puedan incidir en las tendencias suicidas, como en las condiciones subjetivas y radicalmente singulares y los grados de patología puestos en juego, que pueden conducir a alguien al acto de suicidarse.

La clínica analítica demuestra que la puesta en juego de la palabra, sin ningún a priori, ni juicio de valor sobre las tendencias que muestra la pulsión de muerte en un sujeto, puede esclarecer y amortiguar en una amplia variedad de casos el empuje a ese acto inútil que es el suicidio.